La pobreza generalizada es el mayor problema al que se enfrentan las poblaciones rurales de Filipinas con más del 80 % de las personas más pobres del país repartidas por los campos de arroz y las montañas remotas. La electricidad escasea en estas zonas y la mayoría de las personas que viven en estas zonas depende de las lámparas de keroseno. El combustible de estas lámparas no solo es costoso, sino que genera humos tóxicos que ponen en peligro a las personas que las utiliza. Además, a muchos niños no les queda otro remedio que dejar el colegio y trabajar en el campo debido a la situación de desesperación en la que se encuentran sus familias. Como resultado, se mantiene el ciclo de pobreza al registrar altos índices de analfabetismo.
Por estos motivos, en la primavera de 2012, Energizer distribuyó sus luces mediante energía solar en Filipinas con el fin de que los niños pudiesen seguir estudiando de noche y así asegurarse de que ni los niños ni sus familias estuviesen expuestos a los humos que desprende el keroseno. Solo mediante soluciones sostenibles como esta podemos garantizar un impacto positivo a largo plazo en el mundo que nos rodea.